Estos poemas recibieron una mención honorífica en los premios literarios Grau Miró 2008, otorgados por l'Associació de Veïns i Veïnes Coll-Vallcarca, en Cataluña, España.
I
Ni lo que digo
Ni la imaginación
Ni la caricia
Puede expresar la lucha
De aquello que me parte
II
Pulsa una frase
En el paisaje blanco
Y sólo un soplo
De superficie de agua
Me impulsa hacia el abismo
III
Y largamente
Tu imagen se presenta
Sin evocarte
Para rehacer el día
En nervadura de hojas Darío Carrillo
Mucho tendría que decir sobre Darío, quien lo conoce sabe de qué hablo; ya habrá tiempo incluso para que él mismo se presente, pero en esta ocasión quiero dejar aquí un poema suyo que también es mío porque sin duda alguna me recuerda una época querida de la universidad, pero más allá de eso, me recuerda el paisaje particular de una ciudad, ciertos pasos, una playa de San Rafael, las risas inconfundibles de sus mujeres, mal comer, peor dormir y buena compañía. Así que he tomado esta mañana de la estantería el Triálogo de Darío, que comparte con César Antonio Aguilar e Ignacio Ruiz-Pérez. Por cierto ahora releo las dedicatorias y no deja de ser divertido, verán: la dedicatoria de César es prácticamente una invitación para tomarnos una copita y una efusiva gratitud de amistad, cosa rara porque estoy segura que él no tiene ni idea de quién soy y dudo que me recuerde. Yo sí que me acuerdo de él porque justo trabajaba en la Editora cuando entró en prensa uno de sus últimos libros, La mujer en la puerta, me parece que es el título. Luego está la dedicatoria de Darío, que adivino ese día estaba muy solicitado, pues tuvo que tachar una primera dedicatoria a Emmita para luego dedicármelo a mí, de todos él era el más cercano y sin embargo tiene cierto tono formal, imagino que ensayaba con nosotros, sus amigos, las dedicatorias del futuro, y finalmente la de Nacho, que es tal como él es, espontáneo y de una amabilidad sincera. ¿Quién lo diría Nachito?, casi diez años después...Bueno, pues he aquí a Darío, seguro ha reescrito esto ya más de una vez, pero lo impreso, impreso está.La más remota prehistoriaIPresencia tu calor, se ha vuelto fríoespacio disputado por la sombraazul, entre los pliegues de la roca,y tenue inspiración con la que escribo.No sabrás si tu mundo es el olvido,horizonte sin magia y sin colores,o imposible lugar para otras rocesajenos a la lluvia en desnudez,cuando observes los fósiles nacery sumirse de nuevo en extinciones.IIDel oscuro pasado de mis díassiete capas de piel quedan abiertas,siete vetas que siguen a la esperade abondonar mi carne adormecida.Profundos manantiales vueltos brisaprocuran no decirme ya palabras,en tantas ocasiones pronunciadasque han perdido completa su expresión,que no fecundan nada y sólo son sedimentos formantes de otra capa.IIIA torrentes cubierto en sedimentosedifico de roca la envolturagris-azul por el verde que me inunday no puede mostrarse en aleteo.Transformados en blanco de mis sueños,los recuerdos son puntos cardinalesque señalan mi estancia en el paisajeobservado por ti sin percatar,que abajo de tus pies es donde estáel impulso voraz de los volcanes.IVDespués de apantanarnos palmo a palmoen ciénegas de noches transparentes,no me importa si vienen otras muertesa ostentar el sudor que desbordamos.Si Valle de la Luna es un lagarto(su lengua induce el pacto silencioso)y cueva del ocaso, triste oro,que intenta en otro sueño resurgir;mi fósil es la piedra en que vivíy tu imagen impresa por mis ojos.Darío CarrilloCésar Antonio Aguilar, Darío Carrillo e Ignacio Ruiz, Triálogo, Xalapa: Durandarte, 1999.